Qué coincidencia que el año 21 del segundo milenio de nuestra era se vislumbre como el año de la hiper bitcoinización, ¿verdad? Como si hubiera sido predestinado al escoger el número 21 como la cantidad de millones de bitcoins a existir en la historia, cada día vemos más y más señales que sugieren que el proceso de masificación de Bitcoin ya ha comenzado, y que se consolidará con mayor fuerza este año entrante.
El Covid-19 tiene mucha responsabilidad en acelerar un proceso que parecía inevitable para todos quienes han estudiado la historia monetaria, y saben que una mejor forma de dinero siempre termina por llevar a la obsolescencia a formas inferiores (aun cuando tienen millones de armas respaldándola). Las terribles medidas con que se ha afrontado a este aparente cisne negro que ha sido la pandemia (con paralizaciones parciales y totales de la producción mediante confinamiento y el consecuente aumento del desempleo; emisiones groseras de dinero inorgánico; aumento de la vigilancia digital y control biopolítico sobre la población), no solo han agravado la pobreza y devaluación del dinero estatal, sino que también han minado la ya deteriorada confianza en los agentes públicos.
Todo esto ha tenido la fuerza suficiente para iniciar un movimiento telúrico en las placas tectónicas de la sociedad, un sismo en mentalidades que nunca se habían cuestionado sobre la posibilidad o necesidad de una alternativa al sistema actual, o siquiera tan solo a su moneda nacional. Este año parece haber comenzado ese proceso simultáneo, gradual y repentino (como lo sugiriera Parker Lewis) de desmonetización inducida por Bitcoin, ese proceso en que los individuos van dejando de usar un bien como moneda (como sucedió, a través de la hiperinflación, con el bolívar en Venezuela) porque no pueden competir contra un dinero más fuerte (e inmanipulable); ese proceso que han conceptualizado bajo el nombre de hiper bitcoinización.
Este año no solo han sido los individuos quienes han comenzado su tránsito hacia una forma superior de dinero. Desde que MicroStrategy, a través de Coinbase, realizó su primera compra, el efecto bola de nieve va sumando nuevas tesorerías de empresas de cotización pública, fondos de inversión y cobertura, procesadores de pagos y demás. Bitcoin ya se ha colado hasta en los índices de Wall Street. Los gobiernos quieren Bitcoin, unos, como los de Estados Unidos y China, lo confiscan; otros, como el de Venezuela, lo minan.
Localidades, como El Zonte en El Salvador, ya han avanzado en su transición y profundizan economías circulares basadas en Lightning Network. El mundo de los videojuegos también migra hacia un mejor sistema de monetización con LightNite a la vanguardia, haciendo del entretenimiento una actividad rentable para cualquiera.
Claro que el camino hacia la Hiper Bitcoinización estará lleno de adversidades y oposiciones. El dinero respaldado en armas no cederá su hegemonía sin violencia. Pero ningún marinero se ha hecho más diestro en aguas calmadas. Los primeros días de esa guerra ya han comenzado, con arremetidas regulatorias contra la criptografía y otras estratagemas contra la privacidad y a favor del control gubernamental. Pero la historia demuestra que el tránsito hacia tecnologías monetarias más aptas, es inevitable. Y la blockchain de Bitcoin mantendrá el registro de la caída del dólar y el alza de bitcoin.
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